"Si no hablan de ti, no eres nadie."
- Blair Waldorf

26/1/11

Un paso de baile (capitulo 8)

Pedro observaba a la señora que les estaba diciendo todas aquellas condiciones del campamento. Sus ojos se le cerraban del cansancio que tenía encima. Llevaba despierto desde muy temprano para coger el avión y sus párpados querían cerrarse y sumirse en un profundo sueño. Apoyado en la asa de su maleta, escuchaba.
De repente, su nombre le hizo salir de sus pensamientos, y fue hasta su grupo de cabaña. Había cuatro niños aparte de él, y su cabaña era la número 3. Un monitor les dijo que le siguieran, y éste se adentro por un camino que rodeaba el inmenso lago, y que llegaba hasta la otra orilla. El camino estaba lleno de árboles, grandes, verdes. Entre todos ellos formaban como una especie de túnel por el que se escuchaba solamente a la naturaleza. Si, realmente, era bonito. Después del camino, llegaron a una pequeña explanada, donde se situaban las cabañas. Éstas eran de madera, y se disponían en círculo dejando entre ellas una pequeña zona dónde, según explicaba el monitor, algunas noches se harían fogatas y se cantarían canciones. Llegaron a la puerta de la número 3 y esta se abrió con un leve empujón. Por dentro no era nada del otro mundo: cinco camas, unos estantes, y una puerta que Pedro intuía que se trataba del baño.
- So, this is it.
Seguidamente el monitor salió de la cabaña y los dejó allí a todos.
- Hi, I`m Pedro.
- I'm Carlos
- And I'm Jeff
Los dos que faltaban por presentarse parecían tímidos.
- My name is John, and this is my brother Luis. He's mute. So, I'll translate his words.
Luis, seguidamente le hizo unos gestos con las manos. Jonh asintió varias veces y dijo:
-He says that is nice to meet you.
Pedro sonrió y le pareció muy interesante tener un compañero con esa deficiencia. Seguidamente, empezaron a repartirse las camas, y sacó su cámara del bolsillo de su macuto y decidió ir a hacer varias fotos del paisaje, aquello era maravilloso.
Cuando salió de la cabaña, las pocas nubes que habían quedado de la lluvia que había caído aquella mañana habían desaparecido. Vio que a lo lejos había un pequeño muelle, y fue hacia éste. Mientras que caminaba, cantaba una canción que se le había pegado hoy en el avión... <<¿ Cómo era?>> pensó inquieto Pedro, odiaba eso, ya que hasta que no lo recordase no podría estar relajado. Llegó al muelle, y se sentó en el borde. Las zapatillas Adidas colgaban, pero no llegaban a rozar la cristalina agua del lago.. Sacó la cámara del bolsillo y pulsó el botón.
- ¿Qué haces?
Pedro se volvió y vio la cara sonriente de una chica.
- Solo hago una foto.. ¿ Quién eres?
La chica estaba nerviosa, y se reía continuamente. ¿Que le importaría lo que estuviera haciendo?  Dirigió la mirada por detrás de ella, y vio a sus amigas todas en un corrillo. Odiaba esas situaciones. Siempre que le venía la típica pesada que se creía muy guapa a intentar llamar su atención la ignoraba.
- Soy Elisa, ¿y tu?
- Pedro.
La chica alargó su mano y se la estrechó.
- Perdona, pero me tengo que ir- le dijo él
Se levantó antes de que ella pudiera responder y se dirigió hasta las cabañas, acababa de ver a alguien que le gustaba mucho mas que aquellas chicas.

23/1/11

enjoy

Sin complejos, cada instante tiene su propio valor.
Disfruta cuando puedas, quédate con todos los buenos momentos que pases,que cuando tengas tiempo para recordar, podrás retroceder en el CD de tu vida durante unos minutos para volver a revivir todo.  

20/1/11

Cada uno tenemos una estrella dentro.

Pero solo la podremos enseñar si no tenemos miedo a reír. Ríete de todo, ríete de ti mismo, ríete de la vida.

Un paso de baile (capitulo 7)

Paula llegó después de diez minutos al Campus. Había un enorme cartel que ponía: WELCOME.
Cuando bajó del bus, eso parecía una película. En frente de ella, estaba la zona del comedor, y las pistas de fútbol y volley-ball. Toda la gente estaba bailando, alegres, en grupitos, riendo, y charlando. Había de todos los tipos, por los acentos que Paula oía. Vio el lago al fondo, y más allá, en la otra orilla, las cabañas. Dentro de todo ese gentío se escuchó una voz que llamaba a todos los alumnos para que se reuniesen en la plaza central, ya que era hora de la charla de comienzo de campamento, por lo que Paula pudo deducir. Se acercó al corro que se había formado alrededor de la señora que anteriormente los había llamado, y esta empezó a hablar en inglés. Paula la entendió perfectamente, pero seguidamente, la señora lo repitió en español para los despistados:
- Muy bien, bienvenidos al campamento de baile de la Royal Academy Of Dance Of London. Estos dos meses serán muy intensos, y tendreis que saber convivir, organizaros, y respetar a todos los bailarines que están aquí. La normas de convivencia estarán colgadas en el comedor. Respecto a éste, el desayuno será a las ocho de la mañana, el almuerzo a las dos y media y la cena a las nueve. Algunos días se programaran actividades, y otros iremos a la playa. Respecto a las cabañas, son o de niñas o de niños, pero todas se encuentran en la misma zona- dijo señalando a éstas, que estaban donde antes había intuido Paula- El toque de queda será a las once de la noche, a partir de esa hora, no se escuchará ni a los grillos.
Con esa amenazante frase terminó su discurso, y comenzó a decir las personas y sus correspondientes cabañas:
- Louis Wall, Zac Anthony, Paco García y Carlos Jiménez. Cabaña 1. Marta Guilleno, Lucía Díaz, Amelli Abbey, y Sally Abrahams. Cabaña 2...
Paula miró a las personas de su alrededor. De repente lo vio. No, no podía ser él.
- Pedro Alcázar...
Él levantó la mirada y se dirigió con su grupo de cabaña. ¡Era él! ¡Pedro!

19/1/11

She can. We can

Cuando estás con ella tienes todo lo que te hace falta, cuando estás con ella nada está mal. Os pasan cosas inexplicables, pero de ellas aprendéis. Y es que, las mejores amigas son simplemente especiales. ¿O no?

Un paso de baile (capitulo 6)

Cuando Paula volvió él ya no estaba, se llevó varios minutos buscándolo entre tanta gente, pero se le hizo imposible. Defraudada, se dirigió hasta la salida.
- ¡TAXI!- tuvo suerte de que en ese mismo instante pasaba uno.
- Where, Miss?- le preguntó el taxista
- to the Royal Academy Of Dance, please.
El taxi arrancó en ese lluvioso día. Paula se apoyó en la ventana y durante el trayecto solo fijó la vista en el paisaje. Era precioso. Ya había ido dos veces antes a Londres, pero no sabía por qué, creía que esta vez no iba  a ser igual que las demás. Y de eso se iba a encargar ella, de hacer de aquel viaje algo INOLVIDABLE.
Ya había escampado cuando el taxista le dejó a las puertas de la Royal. Paula le pagó y se dirigió al maletero a coger sus maletas. Una vez que tenía todo el equipaje, fue en dirección al edificio , ese que iba a ser su escuela durante el verano. Cada paso que daba hacia la puerta principal era especial, mágico. Y Paula cada vez tenía mas ilusión. Cuando abrió la gran pesada puerta, no pudo evitar abrir la boca de la emoción. "Es impresionante" pensó Paula. Y se dirigió a la recepción. Allí le informaron de que ésta era la escuela donde daría sus clases por las mañanas de baile, pero que el Campus estaba a 2 km de allí, y que de la puerta salían autobuses cada 5min. Así que después de la breve explicación de la recepcionista en un perfecto español, Paula salió para coger justo a tiempo el autobús que salía para el Campus.
No se lo podía creer, todo era demasiado perfecto.

18/1/11

Un paso de baile (capitulo 5)


"And all that I can see
And all that I can see
And all that I can see
is just a yellow lemon tree"

Paula tarareaba la canción, demasiado fuerte tal vez, debido al alto volumen de la música. Escuchó el aviso de aterrizaje, y apago el iPod. Se puso firme y cerro los ojos. Cada día se parecía mas a su madre en eso de tenerle miedo a los aviones, sobretodo en el momento del despegue o aterrizaje. Cuando todo hubo pasado y ya pisaron tierra, Paula sacó su bolso del compartimento superior y espero la larga cola para salir del avión. 







Pedro la observaba desde unas cinco filas mas hacia atrás. No quería apartar su vista de ella. Quería hablar una vez mas con aquella chica, por lo menos saber cual era su nombre. La cola avanzó y poco después hubo salido de aquel agobiante avión. 
Una vez en la sala donde tenían que recoger las maletas Pedro se dispuso a esperar apoyado en una columna. Ahí estaba ella. Y ahí estaba SU maleta. Pedro se acercó a la mediana maleta azul que tenía desde hace ya unos años, y cuando fue a cogerla una mano rozó la suya.







 - Perdón, esta es mi maleta- ¿que pasa que ahora tenemos las dos maletas iguales? se preguntó Paula
- Já. No lo creo- dijo él con una picara sonrisa- se diferenciar que cosas son mías
- ¿Cómo?.. Pero esta es mi...-Paula vio como desde el comienzo de la expulsión de las maletas salía una exactamente igual que esa.- ¿No será que tenemos las mismas?- rió
Él dirigió la vista hacia donde ella miraba, y se puso muy rojo. 
- Vaya, tienes razón, lo siento
- Jaja, no pasa nada- ¿ya es hora de presentarse no?pensó Paula. Se colocó bien la camiseta y alargó la mano- Soy Paula, y tu eres..?
- Pedro, encantado.- dijo el chico de los ojos azules.
Tras varios minutos de conversación donde los dos se conocieron un poco más, a Paula le sonó el móvil.
- Mi madre... Lo siento, ahora mismo vuelvo. Pedro asintió con la cabeza.







 La vio alejarse con el móvil hasta salir fuera de aquella masa de gente. Paula. Precioso.
 TILÍN. 
Su móvil sonó y el bolsillo del pantalón le vibró. Abrió el mensaje que ponía:" dond stas? vente para la academia ya!! los d la beca te esperan asi k corre!! 1beso" Pedro no tuvo otra opción que irse sin despedirse, pero lo que él no sabia es que no era su maleta la que arrastraba por el mármol del aeropuerto.


Un paso de baile (capitulo 4)

27 de Junio
16:45 p.m.
-Perdone...
Paula se despertó de repente con la voz de la azafata susurrándole al oído.
- Esto es suyo, ¿verdad?
- Oh! Si si, se me habrá caído mientras dormía, lo siento.
La azafata le entregó amablemente el iPod y se fue hasta el final del avión.
Paula se incorporó y se frotó los ojos. ¿Cuánto había dormido? Sacó el móvil del bolso y miró la hora.. Dentro de nada estarían en Londres, pero antes... necesitaba ir al lavabo.
Se dirigió hacia él por el largo pasillo, y cuando abrió la puerta, ahí estaba aquel chico. El que le había abierto la puerta. Que guapo era. Estaba esperando a que el lavabo de hombres estuviera libre. Por lo que vio Paula, el de mujeres también estaba ocupado.
Entró en el descansillo y cerró la puerta que comunicaba con el pasillo de pasajeros.
-Hola- le dijo el chico
-Ho..Hola- ¿que me pasa? pensó Paula, era tan guapo...- ¿Tu eres el del...
- ...el del bus? jaja
Su sonrisa era perfecta, y a Paula cada vez se le notaba mas roja.
- Si, gracias- dijo Paula con la mejor sonrisa que pudo.
Se quedaron unos instantes mirándose fijamente y Paula se fijó en sus ojos. Azules. De repente se abrió la puerta del lavabo de los hombres, y él se metió dentro. A Paula ya se le habían quitado las ganas, ahora lo que quería era mirarse al espejo y arreglarse el pelo. Pareció que la mujer del lavabo escuchó sus pensamientos y abrió la puerta disculpándose por la tardanza. Paula le respondió que no pasaba nada y se apresuró a entrar.
- Vamos a ver... Dios!- dijo al verse lo alborotado que tenia el pelo.


Cuando Pedro salió del baño ella todavía seguía metida en el de señoras. ¿Pero que harán las mujeres para tardar tanto? se preguntó. Espero unos minutos, y al ver que era inútil, se dirigió a abrir la puerta. Pero cuando giró el pomo, salió ella. Estaba mas presentable que antes, a decir verdad, pero seguía estando igual de preciosa.
-Pasa- le dijo  sujetando la puerta
- Gracias- le dijo la muchacha de ojos marrones.
- Ya van dos veces eh!
Ella se rió y le guiño el ojo. Se giró y andó por el pasillo hacia su asiento.

Un paso de baile (capitulo 3)

27 de Junio
Un sonido de unas ruedas se escuchó desde el fondo del pasillo de embarque. Pedro miró a la dirección desde donde provenía el sonido. De repente, una guapa chica morena, de quizás unos 15 años, aparece cargada de maletas, y con unas Ray-Ban verdes puestas en los ojos. Era verano, y ese día en Sevilla estaba haciendo una temperatura muy alta, unos treinta y cinco grados al sol. Ella iba vestida con unos pantalones cortos, muy cortos quizás para la vista de aquel chico, y llevaba una camiseta de tirantes ajustada. Pedro estaba alucinado. Él tenía 18 años, y era bailarín. Pero sus padres nunca habían estado de acuerdo, y nunca le habían querido llevar ni apuntar a ningún sitio. Así que, desde que aprendió a montar en bici, cada día iba a unas clases que daba la vecina de la calle paralela. Ésta le dió las clases gratis a Pedro hasta que ya se hizo muy mayor. Al cumplir los dieciocho el mes pasado, le había comunicado a sus padres que se iba a Londres, y que como ya era mayor de edad, no se lo podían impedir.
- Perdone, ¿su tarjeta de embarque por favor?
- Amm, si, aquí está- se había quedado absorto en sus pensamientos, y no se había dado cuenta de que la cola había avanzado.
- Muy bien, pase.
Pedro se giró para buscar una vez más a aquella preciosa chica, pero no la vio.
Defraudado se dirigió al autobús que le dejaría en la puerta del avión.


Paula sacó el móvil de su bolsillo del pantalón y marcó el número de su madre.
- Dime Paula cariño, ya has embarcado?
- Si mamá, estoy andando hacia el autobús que me lleva al avión, te he llamado para que te quedaras tranquila, que después tendré que apagar el móvil.
- Ah, vale hija, ten cuidado, y llámame nada más que aterrices- la voz de Martina todavía seguía entrecortada   de lo que había llorado al despedirse de su única hija.
- Vaaaaaaaaaaaaaaaaaale. Oye, me voy no vaya a ser que el autobús se marche
- Perfecto, te quiero cariño
- Yo también te quiero, mamá
Paula metió la BlackBerry en su bolso y se secó las lagrimas que había soltado al hablar con ella.
Vió que el autobus se iba, y empezó a correr hacia él. Cuando llegó dió unos portazos en la puerta.
Un chico muy guapo se acerco y se la abrió.
- Pasa
-Gracias
Paula sintió un enorme cosquilleo por su estomago.

Un paso de baile (capitulo 2)

14 de Junio.
PLÍN.
El sonido del microondas se escuchó desde el salón donde Paula veía la tele, se levantó del sofá y se dirigió en busca de su querido Cola-Cao de por las mañanas. Cuando lo cogió estaba muy caliente, así que decidió irse vistiendo mientras. Su perro Lunares la siguió con ese peculiar sonido de sus patitas chocando contra el mármol.
Cuando llegó a su habitación abrió su gran armario y escogió unos shorts y una camiseta de rayas azules marinas y blancas. Se recogió su ondulado pelo negro en una cola alta, y se echó unos pocos de polvos bronceadores en su rostro. Cuando se estaba dirigiendo a la cocina, se acordó de que no había tachado el día de hoy en el calendario, y volvió sobre sus pasos.
-Mmmm, solo 13 días para irme, que ganas- y con una gran sonrisa andó a por su desayuno hacia la cocina.
Cuando acabó de fregar los platos, miró el reloj. Las doce. ¿Que mejor que bailar una bonita mañana de domingo? pensó. Paula no se lo pensó dos veces, cogió el movil, las llaves, la tarjeta del metro, y una toalla. Lo metió todo a presión en su macuto y se despidió de su madre, quién por supuesto le recordó que tuviera mucho cuidado, que estuviera allí para comer, blablablabla... Paula respondió con un si a todo, y salió de su casa en dirección al metro. Como estaba a escasos pasos de su urbanización, llegó a tiempo para coger el que salía a las doce y cinco. Se sentó en unos de los asientos de color verde (cuando se montaba en el metro era una manía sentarse en ese color) y colocó los cascos sobre sus oídos. El metro comenzó a andar, y después de diez largos minutos, Paula pudo escuchar: "Próxima estación, Puerta de Jerez".













Un paso de baile (capitulo1)

31 de Mayo.
Era muy temprano, Paula se apresuraba por la larga calle que llegaba al estudio de danza. Como siempre, llegaba tarde, y un encuentro con una amiga por el camino se lo había hecho más difícil todavía esa mañana. Con mochila a la espalda y zapatillas de deportes, caminaba por los adoquines. Era morena, con los ojos marrones que ni ella sabía muy bien su color exacto y desde chica iba a esas clases. Cada año había mejorado, y ahora iba por las mañanas también antes del instituto.
Cuando Paula estaba subiendo los últimos escalones que llegaban a la entrada del edificio, se fijó en que en la puerta habían colgado un papelito que ponía las notas de las becas para ir en verano al campamento de baile que el profesor de danza clásica había propuesto. Se puso muy nerviosa, ella había echado la solicitud de las primeras, y no había nada que le hiciese más ilusión en esos momentos. Se acercó sigilosa, muy lentamente, y empezó a buscar su nombre. Ana, Laura, Alejandra, Irene, Macarena, Marta, Elena…Paula. Ahí estaba. Cuando Paula vio su nota pegó un gran grito que retumbó en esa fresca mañana de Mayo.
-          ¡Me voy a Londres!
Sr quedó un rato alucinada por la buena noticia, pero enseguida se acordó de que hacía ya tiempo que había empezado la clase de las siete de la mañana. Deprisa, se puso bien el moño que se le había soltado un poco por correr y empujó la puerta de cristal.
-          Buenos días Paula, dese prisa que llega tarde a su clase- le recordó Don Elías, el conserje del conservatorio.
Paula sonrió asintiendo con la cabeza, nada le podía poner de mal genio hoy,  en menos de un mes se iba a ir a Londres, su sueño.