Primer día.
Paula estaba muy nerviosa, hoy empezaba lo duro, hoy empezaban las clases. Se había despertado antes de la campana, y ahora estaba sentada en su cama haciéndose un precioso moño.
Le habían asignado una clase de nivel medio, que ella pensaba que era muy mediocre para su alto nivel, pero con bailar se conformaba. Eran 10 personas, pero se había enterado de que las clases eran bastante amplias y con muchos espejos y barras, también había un gran piano de cola, y la profesora normalmente si fumaba, fumaba. A Paula todo esto le recordaba a Billy Elliot, cuando en el gimnasio daba sus clases de ballet y la profesora fumaba como una carretera.
De pronto, sonó la estridente campana que comenzaba el día y Paula, ya preparada, se dirigió al comedor.
Éste era amplio, con muchas mesas, y ya había gente devorando comida. Paula divisó a esta chica de su cabaña tan amable.. ¿Cómo se llamaba? Su memoria no estaba de su lado hoy. Cogió un vaso de leche y una magdalena y se dirigió hasta la mesa de su compañera de alojamiento.
- ¿Puedo?
- Claro Paula
<<Mierda, ella si se sabe mi nombre>> pensó.
- Bueno, y tu, ¿que bailas?- le preguntó un chico que estaba en frente suya. A decir verdad, era muy guapo.
- Bailo ballet, desde que soy una pequeñaja. Pero también practico a veces funky y eso.
- Yo bailo break-dance, pero creo que aquí debo bailar otra cosa... Me podrías enseñar algo, ¿no? Jaja
- Cuando quieras- Paula esbozó una gran sonrisa, y se acordó de que el chaval no sabía su nombre- Por cierto, me llamo Paula.
- Yo Pablo, encantado- alargó la mano y ella se la aceptó con gusto. Todo un caballero.
Pedro estaba sentado en el otro lado de la sala. La miraba a ella, no podía dejar de hacerlo. Llevaba allí unos diez minutos y no paraba de dejar de hablar con ese cachitas que se creía guay o algo por el estilo. En el fondo, a él le molestaba. Pero si ese tio se la quería quitar, la guerra empezaba.
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