Sí, muy típico

Sí, yo era una perfecta princesa, con el cabello largo y cuidado, rubio, mis ojos eran del color del atardecer, y mis mejillas tan suaves como si de una nube se tratase. Tomaba el té en mi balcón de mi alta rosa torre, cuando de repente llegaba. Él. Perfecto también, para que mentir. Vestía todas mis esperanzas en su maravilloso traje azul, y en la mano, dulce rosa asomaba. Llegaba galopando a los pies de ésta, y me llamaba.
+ ¡María!
Yo, abrumada, me asomaba a la ventana.
-No puedo- le decía- Estoy atrapada. Atrapada en mis propios miedos, atrapada en esas falsas esperanzas, esas que algún día se adueñaron de mi cabeza con complejo de cuento de hadas.

Entonces él, sin decir palabra se iba. Confirmando asi, que ni yo era perfecta, ni era princesa. Que ni mis ojos eran bonitos, ni mi cabello estaba cuidado. Confirmando así que todo era un sueño, un sueño que era mejor olvidarlo.